“Disco Demolition Night”

El fenómeno de la discofibia

En julio de 1979, unos 44.000 fanáticos del rock se reunieron en una cancha de béisbol para una explosión de vinilos que se llamó “Disco Demolition Night” y terminó en graves disturbios.

El rock estaba perdiendo terreno, y sus lugares de música en vivo se convertían en discotecas. En cualquier gran ciudad estadounidense se podía girar el dial de la radio y escuchar música disco en cinco o más estaciones al mismo tiempo. En la primera mitad de 1979, de los 16 temas que llegaron a la cima de hits, solo tres no eran de música disco. El año anterior, los singles disco habían sido los número uno durante 37 de 52 semanas.

El abanderado de la discofobia fue Steve Dahl, un rockero de 24 años conocido por su estilo iconoclasta, además de periodista y disc jockey de radio. 1978. Su emisora lo despidió por su postura anti-disco. Meses después, consiguió trabajo en otra estación, WLUP, donde parte de su programa era criticar con desprecio a la música disco, a la que llamaba “esa temible enfermedad”.

Al mismo tiempo Michael Veeck, jefe de marketing de uno de los grandes equipos de la liga norteamericana de béisbol, los “Chicago White Sox”, defendio el concepto anti música disco de Steve Dahl, ya que pensó que era una buena estrategia para atraer a más espectadores al estadio. Así ambos se reunieron para armar un evento que les permitiera conseguir sus objetivos.

Fijaron fecha para un doble partido de los White Sox contra los Detroit Tigers el 12 de julio de 1979. El encuentro había sido promocionado desde la emisora de Dahl:”Todos los que llevaran un álbum de música disco para destruir pagarían solo 98 centavos”, aproximadamente una cuarta parte del precio normal de la entrada.

La idea era que en el entretiempo se juntaran todos los vinilos para hacerlos estallar con explosivos. Sin embargo, las cosas se salieron de control. El primer error que cometieron fue calcular mal la cantidad de público que podría atraer su polémica propuesta.

En este escenario comenzó el juego. Hacia el final del encuentro, el público convocado por la discofobia comenzó a lanzar discos por el aire hacia el campo como si fueran proyectiles. Los jugadores se pusieron cascos para protegerse pero no hubo forma de detener la avalancha de los espectadores. Antes de terminar el primer partido ya habían decidido dar por suspendido el siguiente. El descontrol había comenzado.

Minutos después, Steve Dahl apareció a bordo de un jeep, vestido con uniforme militar y un casco del ejército. Estaba acompañado por una modelo rubia llamada Lorelei, famosa por sus poses provocativas en los anuncios de WLUP. En cuanto los espectadores lo vieron llegar comenzaron a gritar: “¡La música disco da asco!”. La marea de las 44 mil personas dentro del estadio contagió al resto de los 15 mil que se habían quedado afuera y el canto se convirtió en ensordecedor.

Mientras tanto, un contenedor con miles de vinilos de música disco se ubicó en el centro del campo de juego. La tensión alcanzó su punto máximo cuando Dahl hizo estallar una bomba de fuegos artificiales en la caja que provocó la explosión de los discos que, detonados en miles de fragmentos, salieron volando por el aire. El terreno quedó con un enorme cráter en el centro. Pero eso fue solo el principio. El estallido estimuló el instinto de destrucción y la euforia colectiva de los asistentes que invadieron la cancha mientras gritaban y se abrazaban como si hubieran ganado una guerra.

Se estima que fueron siete mil los aficionados que corrieron enloquecidos por la cancha. El caos se extendió durante una media hora suficiente para destruir el lugar. Cuando la policía hizo acto de presencia, los disturbios se calmaron: en cinco minutos estuvo la situación bajo control. Dahl ya se había puesto a salvo por seguridad. El incidente provocó al menos nueve heridos y 39 arrestos.

A los ojos de hoy, en la interpretación que se hace del hecho, se lo vincula directamente con una expresión de odio homofóbica y racista promovida por un grupo de hombres blancos conservadores temerosos de perder sus privilegios. El propio Steve que, en su libro de 2016 Disco Demolition: The Night Disco Died, escribió:

“Estoy cansado de defenderme como un homófobo racista. El evento no fue antirracista ni anti-gay. Estaba defendiendo el estilo de vida rock’n’roll de Chicago de una invasión musical no deseada. Para los homosexuales, el disco pudo ser parte de una agenda de inclusión. Nuestro rechazo fue solo una acción impulsiva. Queríamos declarar que nuestra música nos importaba, que no íbamos a ir a ningún club que no respetara nuestras raíces. Es el derecho de cada generación a declarar: ‘Así soy yo’. Reclamamos el derecho de bailar a nuestro ritmo, incluso si es solo sacudiendo la cabeza. No se planeó hacer daño a nadie, nadie fue herido”.

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