Un mundo sin humanos ¿Qué pasaría si los lomitos se quedaran solos en la tierra?

Es una pregunta difícil de responder, pero tendría que pasar mucho tiempo para que los perritos se acostumbraran a su nueva vida.

Desde tiempos inmemoriales el ser humano, en su afán por dominar el entorno natural, adaptarlo a sus condiciones y explotarlo, se ha encontrado con serias dificultades. Los primeros que se dedicaron a la agricultura y ganadería encontraron a su mayor enemigo en los bosques, un animal que sigue causando el mismo terror, o al menos inquietud, en las zonas rurales de la Península Ibérica: el lobo. Como bien dice la frase popular, “si no puedes con tu enemigo, únete a él”.

Así, hace aproximadamente 30.000 años, comenzó el proceso de domesticación de los ancestros cánidos que han evolucionado a la par que los humanos a los perros que conocemos hoy en día. En todas las zonas del planeta, el Homo sapiens y los cánidos estrecharon una alianza que les llevó a vivir de forma conjunta, a ser aliados para brindarse protección y alimento. Uno tenía la consciencia e inteligencia, mientras que el otro un agudo instinto y coraje animal que ayudaba a espantar a los depredadores que quisieran osar hacerse con el rebaño.

En la actualidad, tal vez a raíz del enorme proceso de urbanización que comenzó en el siglo XVIII, tenemos asociado al perro un papel más doméstico, como mascota, y no tanto como aliado natural para trabajar la tierra y proteger al ganado. Esto nos lleva a verles como seres dependientes de nuestra presencia, no solo en el plano más material, sino también en el emocional; de ahí que cualquier artículo que tenga que ver con el cuidado de los perros aglutine tantas visitas o que nos conmueva cualquier ‘meme’ en el que estos animales escenifiquen un gesto a simple vista humano, extendiendo el eterno debate de si estos en verdad han absorbido cualidades humanas al convivir a nuestro lado o somos nosotros quienes les hemos conferido características y expresiones similares a las nuestras.

Ahora bien, ¿Qué ocurriría si los seres humanos desapareciésemos de la faz de la Tierra y estos animales se quedarán solos? Se trata de una pregunta trampa, pues si revisamos el número de cánidos domésticos que ejercen de simples mascotas descubriríamos que es muy inferior al real. A decir verdad, cuando pensamos en un perro nos viene a la cabeza la típica imagen de un ‘amigo peludo’ tumbado en el sofá o el suelo de nuestro salón, acompañándonos en nuestro día a día y sacándole a pasear. Pero lo cierto es que únicamente el 20% de los cánidos del mundo viven como mascotas, mientras que el 80% restante son granjeros, callejeros o salvajes. Esto nos lleva a sospechar que la respuesta a nuestra pregunta no tendría mucho sentido, pues la inmensa mayoría de los canes en la actualidad viven por sí mismos, sin precisar tanto de nuestra ayuda y compañía.

El planeta de los perros

En las últimas semanas, ha visto la luz una de las últimas y más útiles investigaciones que explora los lazos biológicos, evolutivos y sociales que compartimos con los perros y, a su vez, formula esta pregunta tan terrible para nosotros: ¿qué sucedería con ellos en un mundo en el que nosotros ya no estuviéramos? En ‘A Dog’s World’, publicado por la Universidad de Princeton, los científicos Jessica Pierce y Marc Bekoff imaginan cómo sería ese futurible escenario post-humano en el que los cánidos tuvieran que valerse por sí mismos sin nuestra ayuda ni compañía. Y, lo primero que nos podría venir a la cabeza, en esa situación apocalíptica en la que ya no habría más historia (pues no habría ninguna mente consciente para recordarla) podría ser la imagen de cientos de animales conquistando las ciudades, antaño territorio de lo humano con sus construcciones artificiales, tal y como vimos en la pasada cuarentena cuando decidimos abandonar el espacio público de las metrópolis para detener el avance del coronavirus.

“El fin de los recursos alimentarios humanos representaría el desafío de supervivencia más importante para los perros”

En ese hipotético escenario, los perros contarían con cierta ventaja frente al resto de especies. Básicamente porque hasta entonces habrían sido los animales más próximos al ser humano, por lo que estarían teóricamente más preparados para saber dónde encontrar comida o moverse por el territorio que antes nosotros habitamos junto a ellos. Los primeros días de ese mundo sin nosotros se desenvolverían a la perfección debido a la gran cantidad de sobras alimentarias que habría a su disposición. El despilfarro de alimentos que actualmente se mide en toneladas (los hogares españoles desechan 25,5 millones de kilos de alimentos a la semana) jugaría a su favor.

Pero, una vez se agotasen, ¿cómo sería su adaptación a esta nueva vida sin humanos? “El fin de los recursos alimentarios humanos representaría el desafío de supervivencia más importante para los perros”, afirma Pierce en un artículo publicado en ‘Aeon’ en el que detalla alguna de las ideas de su nuevo libro. “Debido a que los perros son conductualmente flexibles, y debido a que su dieta es bastante generalista, probablemente podrían sobrevivir con una amplia gama de comestibles, desde plantas, bayas e insectos hasta pequeños mamíferos y aves, y quizás incluso con algunas presas más grandes. Sus planes de alimentación dependerían de su lugar de residencia, su tamaño y la forma de su cuerpo”.

Con información de: ACV

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