La opinión de algunos bateristas
El puesto de baterista es uno de los menos notorios en cuanto al espectáculo se trata, pues llevar las batacas implica estar en un lugar, sentado durante el tiempo de la presentación. Esta detrás y mirando las espaldas del guitarrista, cantante y del bajista es una situación aparentemente deprimente ya que, en efecto, el protagonismo del show va a cargo de sus compañeros. Pero lo que pocos saben es que la importancia de la batería va más allá de llevar el ritmo.
Asumir ese papel secundario no es fácil de gestionar. “Es fundamental tener tu ego agazapado. Se trata de mantener la canción, de sostenerla. Y de generar confianza en el resto de la banda. Si pretendes que se te note va a ir en contra de la canción”, explica el batería de Izal.
Keith Richards, cuanta en su libro de memorias “Vida”, que para tener a Charlie Watts dentro de la banda, literalmente debían pasar hambre. “Tuvimos que robar la comida en las tiendas para conseguir a Charlie. Estábamos así de desesperados para que tocara con nosotros…”. Actualmente después del seceso de su compañero el pasado 24 de agosto, la agrupación está por aventurarse a su gira de despedida, y en el lugar de Watts, quedará a cargo de Steve Jordan.
La incógnita es ¿Por qué su puesto es tan importante, si cualquiera puede llevar el instrumento?, la realidad es que, pese a la carencia de visibilidad del este enorme aparato, el bombo, lo platillos hasta el banco, son el cimiento más importante de una canción.
Por otra parte ¿Puede Steve Jordan, un instrumentista excelente, suplir a Charlie Watts? Aquí el aficionado está dividido. De la portada del primer disco de “The Rolling Stones” solo quedan dos, Mick Jagger y Keith Richards. Watts y Brian Jones murieron y Bill Wyman, el mayor (hoy 84 años), se marchó en 1993 harto de las giras. Ni Jagger ni Richards fueron al funeral de Watts el pasado agosto. Los dos líderes tampoco asistieron al de Brian Jones en 1969. Watts, sin embargo, sí estuvo allí. Datos para entender mejor a la banda más grande que diera el rock and roll.
Con anterioridad ha habido casos similares en los que el baterista fallece antes que sus demás compañeros, por ejemplo, el de “Led Zeppelin”. Tras la muerte de John Bonham, la banda tiro la toalla e hizo publico su retiro. “No podemos seguir sin Bonham”, aseguró Robert Plant, el cantante, en una reunión con la banda y el todopoderoso manager Peter Grant. Todos estuvieron de acuerdo.
Podría decirse que fue un caso de fidelidad hacia su compañero, sin embargo, cualquier fan del rock diría que su caso fue especial porque, ellos ya tenían problemas internos, una crisis musical y el agotamiento d e la vida de un rockero. Pro la realidad es que un baterista que lleva tanto tiempo trabajando con sus colegas proyecta una especial a los demás. Ya que es quien proporciona esa columna vertebral a la música.
Dentro de la tipología del grupo de rock, el baterista, se le considera tradicionalmente el más alocado. Eric Jiménez (Granada, 53 años), baterista de “Los Planetas” y “Lagartija Nick”, matiza al respecto: “Somos los locos más visibles. Es mucho más sana la locura visible de un baterista, que la locura sumisa, que acarrean los guitarristas y cantantes. Desconfío más de esa locura encerrada que la locura liberada”.
También es el miembro que más cambia en los grupos. “Culos de mal asiento, es el instrumento más caro, más pesado y más ruidoso. O sea, la peor elección. Efectivamente, algo de locura existe”, señala Alejandro Jordá (Valencia, 37 años), baterista de los “Madrileños Izal”.
Por otra opinión José Bruno, uno de los grandes baterías del
rock español, ha salido de gira con
“Fito & Fitipaldis”, Andrés Calamaro, entre otros, “Hay
muchas bromas divertidas al respecto, como que el baterista es el mejor amigo
del músico. Si atendemos a que la melodía nos afecta en lo emocional y el ritmo
tiene que ver con algo más visceral y primitivo, tendría sentido que el batería
tenga una personalidad más bruta. Calamaro me solía presentar en los conciertos
como el único batería que ha escrito libros [risas]”.
Los considerados más grandes: John Bonham (“Led Zeppelin”), Keith Moon (“The Who”), Jeff Porcaro (este sí, líder de su grupo: “Toto”), Ian Paice (“Deep Purple”), Neil Peart (“Rush”), Stewart Copeland (“The Police”)… Y, por supuesto, el más bravo y excéntrico, Ginger Baker, un músico que llevó el sonido de la batería a otra dimensión, ninguno de los mencionados quiso asumir su condición secundaria y algunos las tuvieron tiesas con cantantes y guitarristas. Pero por lo general se valoran los bateristas disciplinados, capaces de aportar su personalidad pero siempre respetando la canción.
Los últimos tiempos Instagram ha sido vehículo de lucimiento para baterías profesionales y aficionados (incluso niños), gente que toca a toda velocidad. Cuanto más rápido, más parece valorarse. “Siempre he tenido la impresión de que para que un batería destaque tiene que hacer filigranas. Eso no es así. Los ejemplos claros son Ringo Starr y Charlie Watts: llevan el peso de la canción desde la sencillez y con personalidad”, afirma Julia Martín-Maestro (Aranjuez, 35 años), del grupo español “Rufus T. Firefly”.
“A lo largo de todos los años que llevo tocando solo he visto a un par de baterías que son grandes y fuertes. Porque no tiene que ver con la fuerza, tiene que ver con la resistencia. Es importante estar en forma, claro, pero es más cuestión de resistencia y técnica, como le pasa a un bailarín”, afirma.
Con información de: El País
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